SAN VALENTÍN: UN SANTO ENAMORADO

No es la primera vez que pongo a D. Antonio Gala como referente, por tener éste un arte al alcance de muy pocos: el de saber encontrar las palabras adecuadas para toda su obra escrita. Tiene una frase sobre el "amor", que por estar cerca el día de los enamorados, me parece oportuna, dice así: El amor es la poesía de los sentidos. Pero hay poesías malísimas.

 

San Valentín fue un obispo del siglo III, que, desafiando una prohibición del Emperador romano Claudio II, casaba a parejas jóvenes a escondidas, y eso fue el motivo de su martirio.

 Dicha prohibición era debida a que el Emperador aseveraba que los soldados casados  no rendían en las batallas  como los solteros, aduciendo para esto, que los primeros añoraban tanto la familia, que no se centraban en las batallas lo exigido y deseado, peleando con menos bravura y fiereza que el resto.

 

Para el 15 de febrero, los romanos celebraban unas fiestas paganas llamadas "Lupercales"  dedicadas al amor y la fecundidad, instituidas por Evandro el arcadio, en honor de "Pan Liceo", también conocido por "Fauno Luperco". Muchos años más tarde en el 495 y para contrarrestarlas el Papa Gelasio I, decidió reivindicar el día de San Valentín, para poco a poco ir suprimiendo dicha fiesta pagana.

 

Dice la historia que mientras Valentín se encontraba en la cárcel esperando la ejecución, se enamoró de la hija ciega de su carcelero Asterius, y que gracias a su fe inquebrantable le devolvió milagrosamente la vista. Después firmó un mensaje de despedida para ella  que finalizaba con las palabras  "De tu Valentín".

 

Para desarrollar la vida y martirio de San Valentín, este es un espacio demasiado limitado, he apuntado algunas pinceladas, pienso que suficientes para mover el interés de quién le guste conocer su biografía y el tiempo que le tocó vivir, os animo a que entréis en Google, os gustará seguro. 

 

La biografía es curiosa y bonita, las "Lupercales", como las "Saturnalias" también vale la pena conocerlas pues formaban parte de las fiestas de invierno en la antigua Roma, ya que como en invierno (debido al frío) no se guerreaba, aprovechaban para hacer grandes celebraciones, dedicadas a los Dioses, que hoy calificaríamos, de libertinas o bacanales (esta palabra deriva del dios mitológico del vino "Baco".

                                                          

 

                                                                       Cosme Castán